viernes, 3 de junio de 2016

Primavera Sound, mi jueves

A las 17:01 ya tenía en mi poder los tíckets de reserva del concierto de Suede en el auditorio. No eran para mí, solo os lo cuento para que os hagáis idea de a qué hora entré en el Fórum ayer y lo de lo buena amiga que soy. 

Cruzar las casetas, pillar una cerveza y a Autumn Comets. Muy buen concierto, pero el sudor me empañaba las gafas de sol, imaginad el entendimiento. Solana implacable y concierto corto, y si tocaron mi favorita, Baltimore, me la perdí. La siguiente parada en la ruta eran Mueran Humanos, en el Primavera, y regular. Grupo peor programado de ayer. Esas bases reververantes y retumbantes y esa voz de cazalla a las 3 de la mañana lo petan. A las seis, huí. Al Adidas, escenario de los conciertos que más me gustaron ayer. Lo de Julien Baker es muy fuerte. Tan chiquitita y tan delicada, y que le salga esa voz cristallina a punto de quebrarse. Maravilloso de principio a fin, como maravilloso fue el silencio sepulcral que guardó el público en las primeras filas (nosotras estábamos en la cuarta). Corto, cortísimo, aunque quizá mejor así. 


Car Seat Headset lo vimos de lejos, socializando. Distorsión powerpopera que estaba bien, quizá hubiera estado mejor visto de cerca. Subí al Primavera y pena haberme perdido a Beak> porque las dos canciones que escuché me gustaron mucho. 

Llegó la hora del destierro a mordor, el copyright es de Alberto. Más mordor que nunca, por la cantidad de gente. Bueno, es que ya había cantidad de gente a las cinco.Air visto desde atrás. Bien, Kelly watch the starts y tal, y yo sacando mis galones diciendo en una barra que los vi en el 98 en apolo y Jesús diciéndome que no diga estas cosas, que nos hace mayores. Estuvo bien pero me dejó bastante fría. 

Explosions in the sky y la bofetada en la frente con el primer redoble. Impecables e implacables, muy disfrutable pese a la distancia desde la que los vimos. 

Terminó y corre hacia Har Mar Superstar, que ya lleva 10 minutos. El Adidas con gente suficiente para que aquello sea una fiesta pero no demasiada para impedir que nos pudiéramos colocar bien cerca, colándonos por un lateral. Muy fan de ese señor, que es más joven que yo pero le echaría cuarenta y bastantes, y que lo de quitarse la camiseta y lucir grasa abdominal de la que incrementa el riesgo cardiovascular exponencialmente está muy bien, pero lo realmente importante son las cancionzacas que se marca, la banda excelente que llevaba y la forma de levantar un espectáculo y meterse el público en el bolsillo. Genio. 


Un rato de Holograma, en el mismo Adidas, y otro de Protomartyr, en el Pitchfork, y la constatación, una vez más, de que bailar de lejos no es bailar. Los vimos de lejos pasándolo en grande, pero podría haber estado en cualquier otra parte. 
Thee Oh Sees, otra liga. Me impactaron más el año pasado, que hasta repetí, supongo que por la novedad, pero es una apuesta segura. Si Matías te deja bolso y gafas para irse a hacer pogos delante, es porque la lían muy gorda. 



De ahí me fui a Battles, en el Ray-Ban, porque ya empezaban las retiradas de amigos y una amiga de tuiter me dijo que estaban guardando sitio en segunda fila centro y allá que fui. Cuando me vio no pudo evitar un “¿cómo lo has hecho para llegar hasta aquí?”. Bueno, no fue difícil, no había empezado y aunque había gente, había hueco de sobras. Muy buen concierto también. Aunque qué manía con los pogos porque sí. A ver, que se pueden hacer pogos hasta con el Duo Dinámico si queréis, y en Thee Oh Sees son obligatorios, pero ¿Battles? ¿De verdad? Saqué codo, clavé pies en el suelo e irradié ira y ya. Por suerte solo fue en la última canción. Y ya. Fin. 


Baja otra vez al Pitchfork, perdí la cuenta de las veces que subí y bajé escaleras de la fotovoltaica y del Ray-Ban, recoge a los amigos que te quedan, y que te llevarán a casa en coche, intento de quedarnos un rato con algún dj, pero no, no merece la pena. Mañana, hoy, más y mejor. 

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