martes, 3 de noviembre de 2015

BIME 2015

El cartel de este año no tenía tanto atractivo como el del año pasado, pero Bilbao es una ciudad que mola, donde se come estupendamente y en la que, visto lo visto, se alarga el verano el fin de semana del BIME. De jueves a domingo casi todo el rato en manga corta, noche del viernes, exteriores, incluida. Que no soy de Bilbao pero del norte montañoso sí, algo se tenía que notar. 
Las últimas confirmaciones (Planetas, Richard Ashcroft, Stereophonics, Zola Jesus, si mi mala memoria para estas cosas no me falla) añadieron alicientes a los ya conocidos: The Go! Team y !!!, y ya se me ha olvidado el resto. 
No contaré la visita al Guggenheim (expo de Basquiat cazada al vuelo, ¡terminaba el domingo!), ni las tapas y pinchos, ni la excursión en barco por la ría el sábado, ni el mero en un restaurante a pie de playa en Guetxo, os lo imagináis, ¿no? Dura, la vida del festivalero.

¡Al lío, el festival! 
Nada de cola en el acceso, mejor, registro de pulsera para pagar medio hecho, carga hecha en 3 minutos tras entrar, recelos por el método cashless auyentados en un tris. Nos comimos nuestras previsiones de fracaso. Muy bien, incluso ya me han devuelto la pasta, como prometían. Los que no me la devolvieron, y eso que me tangaron De viaje, fueron Los Planetas, pero me estoy adelantando. 

Llegamos a Zola Jesus, hay muy poca gente, tan poca que en seguida vemos a Laura por un lado y a Jesusito de Jesús por otro. ¡Viva! Me encanta saludar gente en los festivales. La Lady Gaga gótica, dijo Laura, y a fe que sí, solo había que ver como bailaba, intentando imitar los cabeceos de sobra conocidos de nuestra querida Walkiria. Me quedé con Laura y Jesús mientras el resto de la expedición barcelonauta se iba a Benjamin Clementine. Yo decidí no ir porque es muy bueno y ya me lo había perdido en el Vida y enmendar errores, ¿para qué? No era el día, me estaba gustando Zola Jesus y quería ver bien a Los Planetas, qué sé yo. Pues eso, que Zola Jesus bien, me acojoné cuando me pasó al lado al marcarse un Matt Berninger, y eso que no es mucho más alta que mi sobrina de 9 años. Tiene presencia y actitud, y las canciones, unas mejor que otras. Pedazo crónica me está quedando, ¿eh? 

Entre avituallamientos (este año la zona de comida es exterior) y wc pasa el rato, paso de Everything Everything, me saluda Nele de Neleonard (tú eres de Barcelona, ¿no? y hablando, hablando, me entero de cositas de su próximo disco y le digo que Jesús ronda por ahí) y me da tiempo a ver dos canciones de Benjamin, que por suerte para mí no son suficientes para maldecirme por habérmelo perdido. 

Vuelvo al escenario de Los Planetas, sola. Los barones quieren verlos pero llegan cuando está empezado y es imposible encontrarse y por primera vez voy a  verlos “on my own”, y me apetece. A ver qué pasa. Pasa que cuando la tercera canción es Rey Sombra se me pone un nudo en la garganta y casi me saltan las lágrimas. Por la juventud perdida, por la vejez-viruelas alcanzada, que sé yo. Concierto extraño, de sonido justo (ese escenario el viernes sonó como el culo, en general), J se equivocó en la letra de dos canciones (pondría la mano en el fuego, aunque en realidad, ¿qué más da?), corto, y más corto si le robas una canción al setlist (¿por qué?). Setlist que se quedó un chaval extremeño pero del que me dejó hacer foto. Nudo en la garganta otra vez en Santos que yo te pinté,  emoción contenida en Nunca me entero de nada y saltos contenidos todo el concierto, solo ligero rebote de gemelos en Alegrías del incendio y Pesadilla en el parque de atracciones. Y disgusto gigante al ver que se habían largado sin tocar De viaje

La foto es un asco ¡ya lo sé!

En fin. Iron & Wine fue el gran perjudicado de los solapes, porque después de localizar a parte del equipo, fuimos a Steorophonics. Calculaba que no los veía desde 2003 pero no, fue antes, en mi primer FIB, el de 1999. Dieciséis años de nada. Me gustaron, porque muchos de los temas los he oído a lo largo de estos años aunque nunca les haya seguido activamente (Maybe tomorrow, Have a nice day), son una banda solvente con solista de gran voz y porque el tema que descubrí que era de ellos cuando “estudié” para el BIME, Dakota, lo tocaron al final, en un ídem de concierto apoteósico, con gente brazos en alto y coreando (esta y otras, todo sea dicho). 

El siguiente perjudicado de los solapes fue Matthew E White, pero mi cuerpo pedía salsa y eso era lo que nos iban a dar The Go! Team. Salsa o una clase de aeróbic. Castigados con un sonido infame durante las cuatro primeras canciones (siendo precisamente la última antes de que le pusieran solución mi preferida, cosa que no impidió que bailara como una loca), remontaron el concierto con dosis extra de desparpajo, actitud, no parar en el escenario y pedirnos que hiciéramos lo propio abajo. Lo consiguieron a medias, la mayoría del público simplemente estuvo, pero eso nos permitió plantarnos como si nada en primera fila y seguir dándolo todo con ellos. Desde el del primavera 2005 que no me lo pasaba tan bien en uno de sus conciertos. 


Los últimos, djs aparte, era Crystal Fighters (casi escribo Castles, imaginad el caso que les hice) bien pero no son lo mío, los vimos de charleta con los riojanos y ni tan mal. 
Suerte que el dj que seguía empezó con tecnazo, porque huimos corriendo (literal) hacia el metro, para pillar el que pasaba a las 3:30 (los de SantFe y la baronesa se habían retirado antes y avisaron de que solo pasaban cada hora). Llegué sin resuello, pero misión cumplida. 

Tras un día movido y sin siesta, conseguimos llegar a Savages, que empezaban a las 20:35, así que fetén. Ni frío ni calor así que tras las paradas técnicas de rigor, a esperar a Villagers. En primera fila del auditorio, lujo. Confesión: no los conocía, apenas me sonó alguna canción, y sin embargo, te quiero. Ma-ra-vi-lla. Con arpa y contrabajo y una voz hermosa y cálida y esas canciones que sí, no conocía, pulidas, delicadas, con letras que tocan la fibra y la retuercen y casi duele, pero esta noche no. Preciosas Courage, Dawning on me, Nothing arrived y Hot Scary Summer. 



De Richard Ashcroft vimos poco. Culpable: la fiesta privada Beefeater, que habían “ganado” vía redes los riojanos y que, si nos ponemos burros, fue lo mejor de la noche. 
Salir de allí e irse a Michael Kiwanuka (aka Murakami, Kawasaki, Kivaniwa, no había manera) igual no fue una gran idea, porque el chaval es bueno, muy bueno, pero viniendo de bailar La Casa Azul, Depeche y habernos perdido Gritando amor, no era el momento. 
Pero mira, esquivamos a Imagine Dragons, que aún es hora que les escuche una canción. 

L.A. era(n) el(los) siguiente(s). Guapo, carismático, buena banda, buenos temas, increíble voz, pero le falta ese extra punch, je ne sais quoi, que les podrían hacer una gran banda. Un poco lo que les pasa a Jayhawks, no me lapidéis por la comparación. Pero buen concierto, ¿eh? Allí estuvimos de principio a fin. 

A Kakamadafaka (sé que me dejo dos k y una d), los oímos de fondo, mientras en la primera fila, esperando a !!!, riojanos y barceloneses sellábamos la amistad festivalera con risas y tonterías. 

De !!! solo diré que solo conocía una canción del setlist, Must be the moon, y lo puedo asegurar porque me llevé uno, y no paramos de bailar. Estar en primera fila y ver los movimientos de cadera y brazos de Nic Offer tan de cerca motiva la suyo. Tocarle el pelo cuando pasa cerca de ti entre el público en una de sus múltiples inmersiones y que te choque la mano un par de veces cuando vuelve por el foso, también. Él llevaba la dosis justa de lo que lleve y nosotros la nuestra de gintonic, y fue la bomba. ¿Calidad musical? Les ganan otros, claro que sí. ¿Diversión? En este BIME solo les podría superar el ya mencionado vagón/salón  pero no seré tan exagerada y creo que estos dos fotones durante !!! valen más que mil palabras. 

 Foto: Mikel Antuñano para bi fm

Foto: Matías y su cámara ubicua

Mat, Lou, Javi, Eli, Lau, Jesús y Nacho, gracias por este BIME. See you next year?