sábado, 31 de mayo de 2014

Primavera Sound 14 - viernes épico

Llegué con solazo, a las cinco y media. Objetivo, John Grant. Pasando, León Benavente haciendo de las suyas en el sony, oí el concierto desde las primeras filas del heineken. Acabaron y se dejaron oír los truenos de la que se nos venía encima. 
Salir John Grant con una sonrisa de oreja a oreja y empezar a llover fue todo uno. Sacamos capelinas, chubasqueros, paraguas, y a aguantar. El concierto fue precioso. Se iban formando charcos a mis pies, gotas de lluvia me resbalaban por la cara, notaba el agua fría en la espalda a pesar de la capelina. Estuve en las primeras filas y casi no le vi por los paraguas, pero me importó poco. Lo viví. 
Acabó el concierto y salió el sol y el arco iris. El agua se quedó en los charcos y en mis botas. 



Peregrinaje al pitchfork a ver lo que quedaba del concierto de Joana Serrat, que es una pena que la estén quemando con tanta promoción. 
Subir arriba, paseos absurdos, encontrar a los primeros intersimbólicos, bajar de nuevo al pitchfork a ver Speedy Ortiz, dos canciones y a Dr. John and the Nite Trippers, música de fondo mientras hablamos de capitalismo y colesterol. De colesterol también había hablado en el paseo previo. 
Ir al ATP, cenar esperando a Sharon Van Etten. Quiero volver a verla en apolo. Poca gente tuvo, y se le fue, pero mejor, se estaba muy bien, como se estaba hace años en todos los conciertos. Tiene una voz preciosa y en algunas canciones se me encoge el alma, y con eso me vale. La versión guerrera que hizo de Serpents, ay. 
De allí a The War on Drugs, que empezaban tarde, o algo, y vimos un poco a Lee Ranaldo en el vice. A The War on Drugs no les presté la atención que hubiera querido, los vi de lejos, y bailar de lejos no es bailar. Antes de que acabaran, exilio a mordor, a coger sitio a tomar por saco del escenario para The National. Set irregular, pero tocaron Abel para que me dejara los gemelos, como viendo siendo habitual, yo la única que daba saltos y bailaba a convulsiones. Salió Justin Vernon y la gente a nuestro alrededor ni se enteró, bueno, a nuestro alrededor nadie se enteraba de mucho, solo de los hits de los dos últimos álbumes. En Graceless primer baño de masas de Matt, volvió a subir para susurrar About today y la gente hablando¡por favor!, y cantar Fake empire y esa sección de vientos a la que vimos ensayar entre árboles en un lejano FIB. Acabando ya, salió Hamilton Leithauser (y según alguna web, Paul Maroon también) de The Walkmen a ayudar a Aaron a sostener las canciones con la voz mientras Matt se tiraba al público a desgañitarse con Mr. November (los gemelos dándome últimos avisos) y Terrible Love. 
Está muy bien ver a The National en un festival, pero desde que vienen al primavera nos han quitado el privilegio de verlos en sala, y nos siguen debiendo Vanderlyle
En fin, !!! no se hizo esperar y la duda de si pantaloncico de bañador o largo quedó disipada. Nic Offer, sus rizos y sus movimientos de cadera y nosotros imitándole y riendo y disfrutando y conciertazo. 
Me llevaron a Factory Floor y aguantamos unas cuantas, pero no estaba preparada para eso. Luego me llevaron a Wolf Eyes, y tampoco estaba preparada para eso. 
Último intento con Laurent Garnier, el dilema de aguantamos hasta que abran el metro o taxi y ganó la segunda opción. 



Os dejo el setlist de The National, que siempre mola. No lo saqué yo, copiado de una web. 

Don’t swallow the cap
I should live in Salt
Mistaken for strangers
Bloodbuzz Ohio
Demons
Sea of love
Hard to find
Afraid of everyone
Conversation 16
Squalor Victoria
I need my girl
This is the last time
Abel 
Slow show (Justin Vernon)
England
Graceless
About today
Fake empire
Mr. November (Hamilton Leithauser y Paul Maroon)
Terrible love (Paul Maroon)

viernes, 30 de mayo de 2014

Primavera Sound 14 - miércoles y jueves dispersos

El miércoles es el jueves del Primavera de hace cinco años, cuando poca gente, incluso teniendo abono, se acercaba al fòrum. Lo de anteayer fue más desolado si cabe. 
Mi misión era ir hasta allí para ponerme la pulsera. Quería llegar a El mató a un policía motorizado pero la lluvia me retuvo en casa para salir del metro sin ella pero tener que sacar el paraguas mientras me ponía la pulsera y acabar refugiada del diluvio universal en una de las pocas casetas de la feria que estaba abierta. Los que aguantaron estoicamente el concierto de Temples se iban después hacia el metro calados como pollitos. Paró de llover e incluso se vio algún claro azul y aguantó durante todo el concierto de Stromae. Concierto de más a menos. Al menos es distinto a lo que suelo escuchar, que no distinto a todo, me pareció muy francés, aunque sea belga. Alguna canción me recordó a Louise Attaque, entiendo perfectamente que lo pete en Francia. Como entenderé perfectamente que algún día sea una estrella global tipo Beyoncé, Rihana o Lady Gaga, porque le sobra carisma, actitud y divismo. Su música me gustó a ratos, él me encantó. 
Terminó su concierto y la colonia francófona desapareció y la lluvia volvió para aguarle el concierto a Sky Ferreira, que me pareció un remedo soso de Blondie y Cindy Lauper. Aguanté todo el concierto, eso sí, y al acabar, para casa, con la humedad en los huesos. 



Ayer empezaba esto en serio. Quería llegar a las cinco y media y lo hice pasadas las seis y media, viniendo en un metro atestado de guiris, y flipando con la cola para intercambiar pulseras. Total, que de Expertos Solynieve sólo oí tres canciones. Seguí flipando con el gentío que había en Real State. El concierto fue precioso, pero solo estuve atenta la mitad. Luego me perdí Midlake porque me agobié al verme rodeada de tanta gente. Nos acercamos a Pond, y bien, pero subimos a Los Ganglios, y como dijo uno, no había visto nada igual desde el puzzle cózmico, y me quedo a ver Neutral Milk Hotel (el cantante estuvo en Los Ganglios), y aguanto media hora y me llevan a St. Vincent, que madremíadelamorhermoso, y llegan los que habían ido a Future Islands diciendo que si el Fary y Camela, y empieza Queens of the Stone Age y dónde hay nivel que se quite todo. Me encanta que me despeinen a guitarrazos. 
Por fin, Arcade Fire. Más lejos no pudimos ponernos, pero qué más da. Tenía sitio para saltar, casi le salto la barba de un manotazo a un pobre que pasó demasiado cerca de uno de mis estallidos eufóricos, sobró alguna lentorra cansina (Rococo) pero tocaron todas las que tenían que tocar para hacer un concierto festivalero y que yo pudiera sacar al watusi feliz que hay en mí (Inquilino dixit)
De ahí a Metronomy y bueno, no hay para tanto. 
Resumen, salvaron los muebles Real State, QOTSA, Arcade Fire y los intersimbólicos, sin vosotros igual veía más de tres conciertos enteros, pero y las risas ¿qué?


El setlist de Arcade Fire lo he robado en tuiter. 

viernes, 16 de mayo de 2014

Gerard Love + Beach Beach en el Primera Persona

No fue Teenage Fanclub pero se le pareció bastante y fue suficiente para despertar la nostalgia otra vez. 

Si el viernes la desató Manolo García, el sábado, 10 de mayo, la culpa fue de lo que prepararon Gerard Love y Beach Beach para su intervención en el Primera Persona. 

Cuando vi el cartel y compré la entrada lo hice a ciegas. Vi Gerard Love y ya. Podía recitar Shakespeare o leer las letras de sus canciones al revés, yo quería verlo. 

Con los precedentes de las dos jornadas anteriores y el hecho de que le acompañaran Beach Beach podía suponer que sería un concierto, pero no sé porqué no me lo acabé de creer hasta que los vi a los cinco sobre el escenario. Él a la izquierda, con los chicos de Beach Beach alineados a su lado. 


Sólo tocó canciones de Teenage Fanclub que hubiera compuesto él, pero eso dio para más de una hora de hits, que no sonaron como la máquina de precisión que es Teenage Fanclub, donde no se escapa ni una nota y cada coro está perfectamente acompasado (boyscout dixit y yo estoy de acuerdo) pero fue bonito a rabiar y nos dejó a todos con ganas de un concierto de Teenage ya. 
Empezando con Gene Clark, December, Ain’t that enough y Radio, ¿cómo no me iban a ganar para los restos? Algún día os contaré cómo conocí a Teenage Fanclub (December estaba allí) y aquí y ahora os cuento que al poco de conocer a boyscout, una noche fuimos  unos cuantos después del mond a su casa, de “after”, y puso Radio y yo no daba crédito porque en casi diez años no había conocido a nadie de Barcelona que le gustaran Teenage. 
De las catorce canciones que tocaron, dos fueron del proyecto en solitario de Love, Lightships. Precioso y delicado.  

Una gran noche para cerrar el Primera Persona, primera vez que asisto (las dos ediciones anteriores lo vi, y quise ir, pero al final no) y seguro que no será la última. 
Gerard Love hace honor a su nombre y Beach Beach es un grupo al que a partir de ahora seguiré con más ganas. 



Setlist
Gene Clark
December
Ain’t that enough
Radio
Don’t look back
Fear of flying
Silver and Gold (Lightships)
Guiding star
Take the long way round
Sweet days waiting
Sparky’s dream
Sunset to the Dawn (Lightships)

Bis
Hang on

Star sign

Fotos: la primera es mía, la última la "robé" del perfil de twitter del Primera Persona. 

domingo, 11 de mayo de 2014

El Último de la Fila y yo

Hasta no hace mucho decir que te gusta El Último de la Fila era tarjeta roja y expulsión del moderneo. 

Y a mí me habían gustado, y mucho. Hasta que no recupere mis diarios no podré confirmar el orden (malditas entradas sin año o en la fecha, o malditos seguratas que recortan más de la cuenta), pero mis dos primeros conciertos en la vida fueron el Último y Loquillo.  Este creo que fue en 1988. 


Los últimos discos del Último coincidieron con mi éxodo, del pueblo de cincuenta habitantes a la gran capital a estudiar, y quizá por eso o por su éxito masivo, no me engancharon tanto. El burro amarrado a la puerta del baile siempre se me atragantó, aunque “Astronomía razonable” tiene una de mis canciones favoritas, “Mar antiguo”.  “La rebelión de los hombres rana” ni me lo compré. Tuve mi momento de renegada. Corría 1995, me había dejado atrapar por el indie anglosajón y soñaba con ir al primer Benicàssim. El último concierto suyo al que fui fue en el Palau d’Esports, en 21 de diciembre de 1995. 
  
Pero con El Último ha pasado, de un año a esta parte, como con Springsteen desde hace unos pocos años más. Ahora los más gourmets del lugar los reivindican. Los grupos de nueva hornada les rinden homenaje, colaboran con ellos, los sacan a tocar en sus conciertos. 

Un día ves una foto de “Enemigos de lo ajeno” en instagram. Luego descubres un grupo ultramoderno que homenajea al Último empezando por el nombre. El colofón es que llevan a Manolo García al Primera Persona, arropado por Miqui Puig, Extraperlo, Me and the Bees y El Último Vecino, por supuesto. Y te compras la entrada un mes antes. 

Fue el viernes, 9 de mayo, y nos hicieron esperar. Lo que fuera que hicieran Manolo y amigos empezó pasadas las doce y cuarto. Primero salió Esther Me & the Bees con Edu Las Ruinas a hacer una versión a pelo de “Cuando el mar te tenga” que les quedó preciosa, y cuando acabaron saltó Manolo al escenario para empezar una entrevista de lo que fue El Último de la Fila y la creación musical en la España de los 80. En seguida salieron los otros tres y montaron una tertulia a base de anécdotas personales y declaraciones de principios de Manolo. Memorables sus estrategias de márketing, empalando las calles frente a las discográficas para darse a conocer antes de presentarse en busca de un contrato, o liándola en los conciertos a base de lanzar plumas de pato. 
Los acompañantes/entrevistadores/homenajeantes también contaron sus anécdotas con El Último. 
La de Esther era que con quince años lo abordaron ella y unas amigas por la calle para pedirle un autógrafo. 
Me acordé de mi particular acoso y derribo. 

Una amiga, no sé cómo, se enteró de que Manolo García iba a exponer sus pinturas en el Pati Llimona, y fuimos, claro.  Por la mañana, las tres estudiábamos de tarde. Vimos la exposición solas, vigiladas por la conserje. Vendían el catálogo y le preguntamos si Manolo García se pasaría algún día, para volver y que nos los firmara. Señaló una pila gigantesca de catálogos. Sólo había que dejarlos, con un papelito dentro con tu nombre, y Manolo, que iba pasando casi a diario por la expo, los firmaba. Tres catálogos se añadieron a la pila. Nos dijo que si pasábamos al día siguiente seguramente ya estarían, y eso hicimos. No sé si volvimos las tres o sólo Cr. y yo, porque recuerdo perfectamente que fuimos por la tarde, a primera hora, que es cuando se suponía que iba Manolo, a ver si así lo cazábamos. Al llegar recogimos nuestros catálogos. Con una pila de más de veinte ejemplares te esperas un “Para Andrea con cariño”, no un poema personalizado y un dibujo a toda página. Manolo no estaba, pero nosotras no teníamos ni prisa ni otra cosa que hacer, así que nos pusimos a ver la exposición de nuevo. La chica nos vio tanto el plumero tanto que cuando al cabo de un rato entró Manolo vi desde el fondo de la sala como nos señalaba, indicándole, supuse, que nos había dedicado los catálogos, y acto seguido mis rodillas empezaron a temblar frenéticamente porque Manolo García se venía hacia nosotras en cuatro zancadas con una sonrisa. Seguramente en mi diario está la conversación transcrita, apostaría un brazo. Más de veinte años después sólo recuerdo que estuvimos hablando entre diez y veinte minutos, de sus cuadros (le preguntamos el significado de algunos) y de sus canciones, y nos adelantó que iban a hacer tres conciertos en Zeleste en marzo y que se estaban peleando con el promotor para que las entradas costaran menos de 2.000 pesetas (costaron 1.600) y no metieran a más de 2.000 personas (creo que el aforo era de 2.500). Mis rodillas dejaron de temblar en algún momento de la conversación, pero el rojo incandescente en las mejillas se fue horas más tarde. Manolo García había estado un buen rato hablando con dos mocosas que no daban crédito a lo que acababa de pasar. 

Evidentemente, planeamos hacernos con entradas para aquellos conciertos. Por aquel entonces ya me había tragado colas de horas en las taquillas de Aribau para conciertos de Sprinsteen y U2, era medio profesional del tema. No recuerdo si las compramos en las taquillas de Aribau o en discos Revolver, ni cómo fue la secuencia temporal que les llevó a ampliar la tanda de conciertos de tres a seis primero y de seis a ocho finalmente, porque las entradas volaron. Nosotras habíamos decidido que iríamos a tres conciertos, y el del sábado se añadió después y a ese fuimos con “las chicas de Llesp” pero ya teníamos las de lunes y martes, y me estoy haciendo un lío, pero yo me entiendo. El caso es que fuimos el lunes, y volvimos el martes y aunque sabíamos que nos quedaba el sábado, el miércoles quisimos repetir. No teníamos entrada pero la sacamos en la reventa al precio original, más listas que el hambre fuimos, aunque un reventa “profesional” casi nos parte la cara. Estoy segura de que no metieron a más de 2.000 personas por concierto, porque pese al “entradas agotadas” se estaba cómodo y pudimos estar en las primeras filas todos los días y os juro que el miércoles Manolo García nos miraba, probablemente un poco asustado de vernos allí por tercera noche consecutiva (juro que Cr. y yo no somos las fans de las que huyó en un taxi como contó en el Primera Persona). 


Con aquella tanda de cuatro conciertos los había visto ya seis veces. Los vería una séptima en Ibiza (estaba de vacaciones en casa de una amiga, maravillosa coincidencia) y una octava y última en el Palau d’Esports, la mencionada más arriba de 1995. 


En estos veinte años los he escuchado poco, y casi solamente “Enemigos de lo ajeno”. 
La recuperación de su figura por parte de la modernidad barcelonesa ha coincidido con un tocadiscos regalado en mi último cumpleaños, así que en Navidad recuperé mi exigua colección de discos (me sigue costando decir “vinilos”) y allí estaban estos cuatro. 


Ayer tuve una regresión a la adolescencia y los veinte años brutal. Constatar que aún te sabes las letras, de pe a pa, de todas las canciones. Emocionarte con las versiones que hicieron los cuatro grupos, pero especialmente, porque le salió preciosa, con “Disneylandia” y por lo que siempre ha significado, “Insurrección”. 

Terminó la canción y salió Manolo a despedirse, agradecer y mostrar que estaba abrumado por lo que había pasado allí aquella noche, se acordó de Quimi (realmente, tal como fueron las cosas, un homenaje encubierto a El Último de la Fila aunque Manolo no quisiera reconocerlo, tarjeta roja a la organización por no haberle llevado también) y yo temblé durante diez minutos.