martes, 24 de septiembre de 2013

La boda



Patricia, nuestra Walkiria, se ha casado.
Quién lo iba a decir. Como le pusimos en su camiseta de la despedida de soltera, “Yo era gótica y me caso de blanco y por la iglesia”. 
Se casó, con Luis, el día del aniversario de los cinco años de relación, los cuatro primeros a distancia, el último ya viviendo juntos. 
Han querido celebrar su amor ante familia y amigos, porque eso son las bodas, celebraciones del amor. 

La novia estaba radiante y feliz. Guapa, guapísima, no hace falta que lo diga. Porque no lo estaba, lo es. Y con tanta felicidad era imposible no lucir espléndida. 
El vestido, maravilloso. El recogido, discreto, precioso. El maquillaje, imperceptible, resaltando sus ojos verdes. Al menos el sábado eran verdes. 
El novio no desmereció. Igual de radiante y feliz, y también muy guapo. 
Me gustó que fuera casi tan protagonista como la novia. Todos hemos ido a bodas en las que el novio es un mero comparsa, alguien que tiene que estar ahí porque la novia se tiene que casar con alguien, pero dónde todo el protagonismo recae en ella. No fue el caso. 

Los invitados intersimbólicos, superando expectativas. Los chicos guapísimos y rezumando elegancia con sus trajes negros ajustados, las chicas guapísimas cada una en su estilo, algunas habiendo pasado por una chapa y pintura profesional (operación estupendas para la boda - stop pelo encrespado), peinadas y maquilladas, estupendas, casi todas subidas en tacones imposibles y adornadas con nuestras mejores galas. 
Lamentamos unas cuantas ausencias, esta visto que nunca hay felicidad completa. 

El día, como todo el fin de semana largo que hemos disfrutado en Pamplona, soleado y cálido. 

La ceremonia, bien. Aunque casi todos estamos bautizados y somos por tanto católicos hasta que no apostatemos, pocos comulgamos con la iglesia. Obviando sermones y demás, decir que los “sí, quiero”, los anillos y las arras nos emocionaron. Pequeña regañina al novio por no llegar puntual y no poder esperar a la novia en el altar. En su descargo diré que hay mil protocolos de boda, he visto novios entrar tres pasos por delante de la novia, pero creo que es más bonito que el novio espere en el altar. A ser posible, hecho un manojo de nervios. 
Rapapolvo sin paliativos a muchos de los invitados del novio, que entraron detrás de la novia, y aplauso a los invitados de la novia, todos en sus puestos, sentados en la bancada izquierda, diez minutos antes de las seis. 

El convite fue en un palacete alejado del centro, elegante y señorial. El aperitivo se sirvió fuera, en una terraza un poco justa de espacio, pero agradable. El asalto al jamón fue épico pero fallamos en la caza de pinchos, canapés, vasitos de cositas y cucharitas con delicatessen porque no estábamos bien situados, haber llegado antes. 
Un cuarteto de cuerda amenizó con adaptaciones de canciones y fue una pena que no tuvieran ningún tipo de amplificador, porque jugar a adivinar qué tocaban fue divertido: "Sweet child o’mine", una de Metallica, una de Dylan (o de los Beatles que Dylan adaptó) fue todo lo que captamos.  

Fotos por grupos y a la mesa. 

La entrada al salón de los novios, bajando unas escaleras, fue el momento más kitsch. No hubo tarta ni sable, pero ese humo... Lo salva que el cuarteto de cuerda tocara “Heroes”. 


El novio hizo un discurso emocionante. La novia, emocionada, solo pudo agradecer nuestra presencia. 

La cena que se sirvió, pantagruélica. Tres entrantes, ensalada de langostino y carabinero, carpaccio y cocochas, con los que ya habíamos cenado, pero eran solo eso, entrantes. Lubina salvaje y solomillo, los platos principales, con sorbete de manzana entre uno y otro. De postre, una tulipa de chocolate con ya no recuerdo qué dentro y helado de no sé qué acompañando, del que no dejé rastro, con un vasito de mistela para ayudar a bajar y digerir. Café, copa y puro. 

Antes del postre, la novia dio el ramo. Cuatro ramos de hecho. Tres versiones mini del suyo, entregadas a la madre del novio, y a su tía y su hermana, y su ramo, el de la novia, entregado a Lourdes. La Baronesa no se lo esperaba, no nos lo esperábamos nadie, y nos puso la lágrima en la esquina del ojo a todas. Lourdes se emocionó y lloró, porque se lo merece más que nadie. Precioso gesto, Patricia. Igual haces que vayamos de boda otra vez. 


El baile lo abrieron los novios, como toca, bailando “More than this”, que no es tan habitual. Después, sucesión de grandes éxitos para todos los públicos. Bailé alguno, pero me perdí muchas cosas por motivos que no vienen al caso. Me han contado que a la novia le quitaron la liga con los dientes, y que los que se habían marcado el zapateado flamenco, que sí presencié, se marcaron un “Gangnam style” apoteósico. 

Como solo llevábamos nueve o diez horas de jolgorio, breve visita al hotel para despojarnos de nuestras mejores galas y esos potros de tortura modernos que son los tacones de más de tres centímetros, y a la reunión clandestina o “Peineta pop”, a rematar la noche. Aunque hubo demasiadas peticiones que el dj no pudo satisfacer, por fin la música fue acorde con los gustos de los novios y los nuestros, perfecto fin de fiesta para un día que si para los novios será inolvidable, para muchos de nosotros, también. 

Gracias Patricia y Luis por hacernos partícipes de vuestro enlace. Por si era la última gran boda a la que asistimos, como dijo Anna, estuvimos dándolo todo :-)




5 comentarios:

JORGE MATEO (Tardador y Retarder) dijo...

Muy buen resumen Andrea. Aunque las emociones de ese día son dificilmente descriptibles.
Sirva en descargo de este invitado del Novio, que en base a su experiencia anterior en llegar tarde a su propia boda (y no iba a ser menos en la de l@s dem@s), tenía el encargo personal de dicho contrayente de interceptar a la Novia en caso de arrepentimiento e intento de fuga in-extremis. No fue necesario: MISION CUMPLIDA ;-P

El Barón gordo. dijo...

Evento irrepetible bañado con unas delicadas tapas light de foie y una novia preciosa que organizó un evento impecable. Se aceptan candidaturas olímpicas para la siguiente boda. El listón está muy alto.

Anna Blume dijo...

Quin fart de plorar que m'he fet llegint-te. Sóc una bleda soleada. I què ben escrit, com sempre. Gràcies, potxons!
PS:Qué bonito lo de Lourdes...;-)

Anónimo dijo...

Sin duda para mi el momento más emotivo fue cuando la novia dió el ramo a Lourdes.
Creo que estábamos todos con la lagrimita!

Walkiria Desbocada dijo...

Precioso el post me emocioné muchísimo el día que lo leí y ahora de nuevo. Para mí es e mejor regalo que me puedes dar, un post tuyo. Mil gracias a ti y a todos vosotros porque esta boda no hubiera sido igual sin vosotros. Os quiero mucho!!!!!!