domingo, 30 de septiembre de 2012

Sharon Van Etten


Cómo no, acabé ayer en la 2 de apolo “por culpa” de Brokenjarta. En algún tuit perdido vi que iba al concierto de Sharon Van Etten y eso me llevó a ver que tenía una crucecita en mi excel del Primavera, aunque diría que no la vi, y que posiblemente la cruz era porque la quería ver, pero no sé si estaba en mi lista de artistas “estudiados” (empecé por orden alfabético, así que lo dudo). ¡Tooootal! (que me pierdo) que escuché un par de canciones y como la entrada era barata, la compré. 
La asistencia a este concierto casi causa un cisma intersimbólico, al final la sangre no llegó al río y mientras unos se dejaban el paladar y el hígado en una cata “low-cost” y las cuerdas vocales en el karaoke posterior, las yonquis concierteras nos dirigíamos a Apolo paraguas en mano y yo tosiendo y estornudando. 
Poquita gente en la 2, quizá menos de media entrada, pero entregados todos. 
Sharon Van Etten es Sharon Van Etten, guitarra y voz, y los pimpollos de la foto: Zeke Hutchins (el rubiales) a la batería, Dough Keith a la guitarra, bajo, o ambos, no me fijé, y Heather Woods Broderick  al piano (principalmente, también le dio a las cuerdas en alguna canción) y coros (gran voz).  


Salieron puntuales respecto al retraso programado, tímida al principio, a la tercera canción ya se atrevió a irlas comentando en un vacilante castellano, que hizo que al presentar una de ellas yo entendiera que escuchaba a Marcial. Si que ha llegado lejos Muchachada Nui, andaba yo pensando hasta que entendí que la canción era Leonard y que se refería a Cohen. 
Apenas un par de escuchas de su último álbum y de alguna canción suelta de los anteriores bastaron para percibir cómo cambiaban en directo, cómo crecían y arrollaban y arrullaban. Warsaw, Serpents, la comentada Leonard, se agigantan. Don’t do it (la tocó ¿no?) hipnótica. Give up, de las mejores. One day, la preferida de su madre. 
Contó que se había mudado a Nueva York por desamor y acabó encontrándolo, no sabemos si en los brazos de Dough, a quien no pareció sentarle muy bien que ella nos invitara a pasar por la mesa de “merchandising” a saludar y darle “besos”. “En las mejillas”, aclaró por gestos mirándole. 
Pues bendito desamor que te empujó a escribir canciones. 
Nos agradeció la asistencia infinidad de veces, dijo que éramos una de las mejores audiencias que había tenido (eso se lo dirás a todas), y yo solo pude que rendirme a sus pies. 
Momento groupie al acabar, compré el disco, el último, Tramp; “good choice”, me dijo el de sonido, mutado en tendero y le pedí al batería rubiales si me lo podían firmar, “sure, Sharon will be here in a few minutes”, y sí, me lo firmó, pero no nos hicimos la foto con ella, ver a dos pijas de Pedralbes, con sus castellanos, su bolsito LV y sus perlas, posando todas morrito, desanima. 


Mirando hoy el disco (y seguro que todos lo sabíais ya, ¡pero yo no!), en agradecimientos,  The National al completo (desordenados en la lista, eso sí), mi Aaron a la producción y multi-instrumentista en el disco, y my Bryce y uno o los dos Devendorf en alguna canción. 
Ahora lo entiendo todo (aunque me quedo con la desazón de saber si Aaron es su novio)


The Jayhawks


A veces un concierto es simplemente la mejor manera de pasar un par de horas. 
The Jayhawks son una de esas bandas a las que muchos hacen referencia, incluso es probable que tengan la suerte de ser el grupo favorito de alguien, pero no creo que puedan presumir de lo que dice su canción Big Star. Y es una pena. 
Hacen canciones country-rock redondas, y sus armonías vocales a tres o cuatro voces son perfectas. Los primos sureños (aunque sean del norte) de Teenage Fanclub. O Teenage los primos escoceses de The Jayhawks.  
El martes, tras un fin de semana de Mercè y su BAM, Boyscout y yo (y mi tos) nos metimos en un Apolo lleno a reventar, para escuchar y ver a una banda de músicos como la copa de un pino (me repito). Aunque ya empiezo a no bajar la media, pocos había de menos de treinta en la sala, y aún podía contarme en la franja baja del espectro de edades. 
Empezaron tan puntuales que entramos a la mitad de la primera canción, maldita cola, pero poco importó porque teníamos por delante un largo concierto. Cediendo el protagonismo a Mark Olson, Gary Louris estaba a un lado, y ha debido hacer un pacto con el diablo porque conserva intacto su atractivo. Gary Louris, Gary Louris, ¿para cuándo una gira de Golden Smog?
El éxtasis de Blue llegó pasada la media hora y Big Star no la tocaron y no puedo decir qué tocaron y qué no, pero salí de allí conmovida, y eso, en los tiempos que corren, es mucho. 

sábado, 29 de septiembre de 2012

TEMAZO: Ja sei namorar

TEMAZO: Al vent

Son temps de lluita i de enrecordar-se dels grans classics

martes, 18 de septiembre de 2012

Dcode: Sigur Rós, dEUS, Triángulo y una señora de casi 39 años.


Hacer una crónica solo de Sigur Rós sería injusto para dEUS y Triángulo de Amor Bizarro. A Justice que les den. Ese fue todo mi DCODE, los dos grupos que quería ver sí o sí (Sigur Rós y dEUS) y TAB de guinda sorpresa, pues pensaba que habrían tocado a la solana. The Shoes, grupo peor programado, tocaron antes que dEUS, pero ni los olí. Seguro que Time to dance la tocaron la última y me la hubiera perdido igual. Justice confirmó que son bailongos a tope pero has de llegar a ellos con un nivel de euforia (quien dice euforia dice pedo tonto) suficiente y de cansancio nulo para disfrutarlos haciendo el animal como hicimos en el Primavera, sino son hasta cansinos. Y si la cuarta canción es D.A.N.C.E. pero la alargan más que un día sin pan, pues te vas tan ricamente a la mitad y sin remordimientos. Benditos taxis a la puerta, volver de la Complutense no habría sido tarea fácil sin ellos. 

Pero estoy empezando esta crónica como hago con las revistas del domingo, por la última página. 
El festival empezó en un AVE cogido a las tres un poco justos, en el que la perspectiva de un fin de semana en Madrid causó un alborozo inusitado traducido en unos cuantos tuits felices. Aunque llegábamos pronto entre una cosa y otra no me planté en la cola del festival hasta casi las ocho y media. Una cola que presagiaba tragedia, aunque dEUS empezaran una hora más tarde. Pero debía de tener los astros de mi lado, porque no. Entré a y cuarto. Tres cuartos de hora delante de unas niñas entre 18 y 20 años más jóvenes que yo que por momentos me hicieron preguntarme qué narices hacía una señora de casi 39 guardando fila para que le pusieran una pulsera de papel, para pasarse luego cinco horas de pie, guardar más fila para mear en un policlin por suerte decentemente limpio, beberse tres minis infames y una caña, no cenar. La respuesta, dentro: una vez me encontré con Brokenjarta las mariposas del estómago dejaron de ser molestas y la señora de casi 39 años volvió a sentise debutante de veintipocos. 
El cuarto de hora dio para pillar el primer mini y plantarse muy cerca del escenario sin apreturas y poder ver de cerca a otros señores de mi edad en plena forma. Las primeras canciones no las conocía, pero cuando sonó Instant Street los recuerdos de los 90 y los primeros dos mil me dieron una bofetada en toda el alma. Hay algo en esa canción, en la forma en que la cantan que estruja el corazón, lo retuerce y antes de que duela demasiado lo suelta y con cuatro guitarrazos te sacude toda la angustia, “era broma”.  Como no conozco suficientemente el grupo he tirado de mi web de setlists favorita, y aunque el del dcode no está, apuesto a que no fue muy distinto del de Rock en Seine. Quatre Mains, esa seguro, Keep you close y Ghost (del último, ¿verdad?) también. Una hora de música con todas las letras, altamente disfrutada. 


Quedaba un buen rato hasta Sigur Rós, pero la escasez de policlines, cortesía de la organización, hizo que tras aprovisionarnos con otro mini tuviéramos que quedarnos bastante más atrás que antes para ver a Sigur Rós, con lo que la cantidad de gente encantada de conocerse y encontrarse y contarse el verano y mamarrachos intentando hacer crowdsurfing (sí, en Sigur Rós, ese era el nivel de parte del público) se elevó peligrosamente, aunque sin llegar al punto crítico de fastidiarte el concierto. 
Solo puedo reprocharles una cosa a Sigur Rós, no tocar Staralfur. Todo lo demás, impecable. Aún sin confeti. 
Mi web de setlists favorita dice que empezaron con Í gær y le siguió Ný Batterí. La primera no sé, pero la segunda, seguro. Esos aullidos en un bosque envuelto en niebla no se olvidan así como así. También Svefn-g-englar o cuando todos los duendes de Islandia se conjuran para hacer flotar a cuantos estuviéramos allí.
La web me está fallando (también la memoria) porque no incluye Inní Mér Syngur Vitleysingur pero yo juraría que tocaron, si hasta la canté. ¿No? ¿Y Glósoli? ¿No está Glósoli? Hoppípolla y Með Blóðnasir sí están en la lista y en mi memoria, y Sæglópur, y Varúð pero ¿y Glósoli? ¿Otro sueño que creo real o le echaron algo a mi cerveza? 
En el fondo, qué más da. Tocaran lo que tocaran, hizo que durante hora y media quedara suspendida en un mundo onírico, de hadas y duendes, volcanes y géiseres emocionales. 


Flotando me fui hasta el otro escenario y la hostia que me llevé con Triángulo de Amor Bizarro aún no la he superado. Disputándole el puesto de grupo peor programado a The Shoes. Me encanta TAB, que me sacudan y me den la vuelta como a un calcetín con su furia, pero después de Sigur Rós y dos o tres minis de cerveza... 


El resto ya lo he contado arriba. D.A.N.C.E. puede ser muy cansina si te pilla cruzada y tiritando por el viento mesetario que empieza a soplar y para el que no estaba preparada, ni física ni mentalmente, así que adiós. 

Hoy han anunciado concierto de Sigur Rós en Barcelona en febrero. Takk. Takk por partida doble, pequeños duendes.  


Todas las fotos son mías. 

domingo, 9 de septiembre de 2012

Jens Lekman


Nunca he sido especialmente fan de Jens Lekman. Al menos no hasta el pasado viernes 7. 
Lo había visto en un Faraday, pero recordaba poco. Claro que tampoco me sorprende, según la crónica que hice entonces, aquella fue la noche del Gran Puzzle Cózmico, que arrasó con todo. Y fue hace cinco años. 
Pero el recuerdo, aunque vago, era positivo, tengo alguna canción suya por ahí y me gusta, la entrada no era muy cara, el primer viernes de septiembre se me antojó buena fecha para inaugurar el curso conciertero 12/13 y así Brokenjarta no iba sola.
Cola en la entrada de MusicHall porque no habían abierto a la hora, mucho moderno, aunque luego se equilibró con público variado. La clásica mezcla de jovenzuelos guiris, puretillas locales, primeras citas, plumillas (cinco o seis periodistas musicales/locutores de los que sigo en twitter estaban allí) y gente que pasa por ahí. Además de los modernos, claro. Y Paco, aka "el de la explorer". 

Teloneaba Evripides con solo la mitad de sus tragedias pero le debieron hacer empezar a la vez que dejaron entrar, porque apenas oímos dos canciones (Abroad y otra). 

Por fin, sobre las 9:30 salió Jens Lekman, con batería, bajista, teclista y violinista. Abrió una canción que desconozco, pero la segunda ya sí, la que da nombre a su último álbum (I know what love isn’t). Aunque aquí diga que tocó dos antes, mmm, permítanme que lo ponga en duda. Garabateé en un papelote que era la segunda, y que la tercera era una que se parece al Will you still love me tomorrow? de Carole King, Golden Key según ese setlist y sí, si la escuchas, verás que comparte más de un acorde. 

La siguiente fue “The opposite to Hallelujah” que creo que fue la primera que enganchó con la previa, pues se dedicó a hacer transiciones mezclando, cambios de ritmo incluidos, y oficiando de maestro de ceremonias del baile sonriente que provocaba en la pista. Creo que más o menos en ese momento decidí que era el mejor inicio de temporada posible, que estaba siendo un conciertazo y la mejor forma de ahuyentar depresiones posvacacionales. 

Por si con la música no teníamos suficiente, hizo un par de presentaciones de canciones desternillantes, la primera para explicar de dónde salió “Waiting for Kirsten” (Dunst) y ya al final del primer bis, el origen germano-vegano de “A postcard to Nina”. Sí, dos bises. El primero tras desaparecer durante unos microsegundos del escenario y reaparecer para tocar hitazos, “An argument with myself” y “Your arms around me” (si no contamos a la mitad de las que ya habían caído como tales). El segundo reapareciendo primero él con el teclista de mis amores para “I don’t know if she’s worth 900 kr” con sus alusiones a Barcelona y luego ya toda la banda para acabar de fijarnos la sonrisa en la cara. 

El “spam de amor” posterior en twitter fue antológico. Y unánime. Conciertazo.