domingo, 31 de julio de 2011

Fly me to the moon: Joanna Newsom y Beach House



Poder ver a Joanna Newsom y Beach House en la plaza del Poble Español por 23 € es un regalo. Aunque tengas que sortear trescientos autobuses de turistas que han venido de Lloret a ver el espectáculo de la Font Màgica.


La única arpista que un poppie, moderno, gafapasta o cómo quieras llamarlo(nos) puede nombrar actuó en el Palau de la Música esta primavera, o era en otoño, lugar dónde suelen tocar otras arpistas sin que a la parroquia indie le tiemble el párpado por unos módicos precios que no bajaban de los 40 € en gallinero. El típico timo. No fui, claro.

¿Lo sabrán las arpitas anónimas de orquestas de renombre? Mejor que no.


A Beach House me los perdí en el PS10 por culpa de necesidades fisiologicas imperiosas.


Había que aprovechar la oportunidad, y la excusa para compartirlo con amigos.


La Newsom es una freak, compone sus canciones al arpa o al piano y las canta con un deje Cocorosie, y si no te entra es difícil que te guste y puedas disfrutar del concierto. Pero si le prestas un minuto de atención y te dejas llevar acabas sumergido en su mundo lisérgico y onírico.

Reconocí al menos un par del álbum Ys, e imagino que repasó bastantes de Have one on me. Creo que fui la única, pero a mi la hora de concierto se me hizo corta.


Poco después, tras poner unas pirámides metálizadas de atrezzo ("decoración de discoteca de panchitos", según boyscout) salían Beach House. Otros especialistas en crear atmósferas de sueños de cuento de hadas. Mientras algunas hacíamos comentarios sobre el estilazo de la cantante moviendo la melena otras los hacían, menos chorras, sobre la capacidad del grupo de reproducir el sonido que logran en disco, nada fácil. Así que pelazos aparte, otra hora larga que se pasó volando.


Foto del decorado de discoteca de panchitos: Lau Mylovah.

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