martes, 28 de diciembre de 2010

Navidades de mi infancia

Las navidades de mi infancia se podrían resumir en 3 palabras: Dinero, abuelos y Dinero.

Todas las navidades mis abuelos venían del pueblo. El tren llegaba a la Estació de França, una estación en la que cada vez que entro solo puedo pensar en ellos. Era normal que nunca llegaran a la hora, ya que debían hacer varios transbordos. Nos pasabamos horas y horas esperando, con cada vez mas retrasos y sin saber que hacer. Una vez un viejete me miró la polla mientras meaba. Todavía estoy traumatizado.

Al final aparecían en un trenecito diesel de dos vagones, con personas acinadas. Lucían sus mejores galas, ropas de los 50. Mi abuela con un vestido que lo petaría en el Primavera y mi abuelo con un traje gris, sin corbata con boina y la camisa abotonada hasta arriba. Venían con sus maletas antiguas, de cartón, y algunas cajas de zapatos atadas con cordeles que olían a matanza.

Mis abuelos vivían con nosotros todas las navidades, no recuerdo mucho de su estancia, sí que me llevaban a los descampados a jugar, que mi madre y mi abuela se peleaban y que toda la casa olía a chorizo. Cuando se iban siempre nos daban un billete gordo.

En navidades también iba con los amigos a pedir a aguinaldo. Era un negocio redondo, sin ninguna inversión inicial. Simplemente había que ir casa por casa y en cuanto abrían la puerta cantar “aquí pido el aguinaldo como lo pidió José la noche en que nació el niño en el portal de Belén, ande, ande ande la marimorena, ande ande ande que es la nochebuena”. Y luego te daban dinero sin ni siquiera pedirlo. Era importantísimo el factor sorpresa.

Empezamos por las calles circundantes y al final acabamos conquistando Hospitalet Centro. Sacabamos muchisimas monedas que al final de la noche nos repartiamos. Un dinero que recuerdo era muchisimo teniendo en cuenta que no tendriamos mas de 10 años.

Historias que no tienen mucho sentido ahora y que te recuerdan que ya tienes una edad.

2 comentarios:

Walkiria Desbocada dijo...

Echo mucho de menos a mi yaya Encarnita, era muy especial y una de mis mayores referencias durante la infancia y luego cuando faltó mi madre.
Cuando empieza a faltar ese entorno, esa seguridad y piensas en ello es cuando te das cuenta, por lo menos en mi caso, que ya eres mayor.

margarita dijo...

En casa de mis abuelos los niños también pediamos el aguinaldo después de haber cantado villancicos subidos a una silla. Ahora los abuelos son mis padres y yo la tieta que contribuye con unas moneditas. Mola seguir tradiciones como ésta.