lunes, 29 de noviembre de 2010

PC'10: Todo lo demás

El resto de mi Primavera Club empezó el sábado prontito. Cuesta arrancar a media tarde, casi sin siesta, pero acercarnos al Casino de l'Aliança del Poblenou a ver la última parte del concierto de Tamaryn (entre nosotros, los tamarindos), correctos en su creación de atmósferas y "molt ben camada" la cantante, aunque se dejó la minifalda en casa, hizo que no nos perdiéramos el magnífico concierto que dio Lou Barlow.
Empezó tímidamente con una canción preciosa, que ovacionamos en cuanto terminó. Confesó que nunca empezaba con esa y que probablemente debería haberla guardado para más tarde. Vaya, que se había acojonado pensando que ponía el listón alto. Así era, pero lo fue superando canción a canción, soltándose en las presentaciones, señalando, emocionado como un niño con zapatos nuevos, que estaba muy agradecido a la organización por permitirle tocar en sitios tan bonitos, por mucho que la sobriedad de la sala y el consiguiente silencio entre el público, le dejaran más desnudo de lo que quisiera estar.
Despistada que va una últimamente, pensé que iba a ver al Mascis, imaginad cómo disfruté con las canciones frágiles y sentidas de Barlow. En el apartado "festival del humor", explicó que le encanta la tortilla, a la que los yanquis irremediablemente quieren añadir queso, y que cuando dice "I like tortilla" siempre recibe la misma respuesta: "really? it's so easy to make".
De lo mejor del festival, sin duda.
De ahí, carreras al metro, y a apolo. Engullir un bocata en el franckfurt y entrar cuando Rubik ya llevaban al menos un par de canciones. Siete tíos enormes que no cabían en el escenario de la 2, emocionados con la respuesta del público, rollo no-me-puedo-creer-que-haya-200-personas-viéndonos-y-encima-parece-que-les-gusta. Dijo trescientas veces thankyousomuch con la voz quebrada. En lo musical, en una canción recordaban al Springsteen del Greetings from Asbury Park, y en la siguiente a los U2 de... a los U2. Buen sabor de boca, y sonrisa puesta un buen rato.
Subimos a The Hundred in the Hands, chica mona y chico con ¿guitarra? y un montón de bases pregrabadas. Algún hit bailable, pero sensación de que no volveremos a saber de ellos. Así que bajamos a Cornflakes, o cómo tocar cuarenta canciones en veinte minutos. Poco más duró su concierto, y sus fans, muchos, piden más y se les ve contentos. Bien por un grupo histórico, porque como decía el Barón, "antes de Cornflakes, no había nada".
Ya no nos movemos de la dos, y hoy sí, vemos a Wavves. Que hacen más o menos lo mismo que Cornflakes pero con la energía de la juventud. Se lía una importante en las primeras filas, con una chica lanzándose la primera al crowdsurfing, pogos y empujones a diestra y siniestra, un Barón que no puede más y nos deja todas sus posesiones, gafas incluidas, antes de lanzarse al interior de esa masa. Concierto punketa o hardcoreta, o cómo se llame, de toda la vida, pero cuando una chica en palabra de honor se tira ¡de cara! para que la recoja el mar de brazos, algo ha cambiado.
Acabamos la noche con la presencia de Margarita, bailando con Graham en una de sus fantásticas sesiones festivaleras, a saber, hit tras hit.
Al día siguiente solo quedaron fuerzas para The Rural Alberta Advantage, chica mona a los teclados y coros, chico emocionado a la batería, y machote-sanote, de los que te esperas encontrar en una feria del condado de Idaho, pero no subido a un escenario en un festival moderno, tocando canciones folk-indie-rock, y un hit, Don't haunt this place que es hit desde ya. Emocionados como ellos solos de haber hecho cuatro shows pecaron de entusiasmo presentando canciones, pero valió la pena vencer la modorra dominical después de un mes de conciertos agónico. Espero oir más de ellos.

2 comentarios:

Rayuelo dijo...

Yo vi a Holy Fuck y lo flipé. Son la bomba y lo dan todo en el escenario.

Gwen Stacy dijo...

Fueron los perjudicados de los horarios solapados, las salas a tomar por saco una de otras, y de tocar el domingo a las 11.