miércoles, 21 de mayo de 2008

Peluquerías


Cada vez que entro a una peluquería pregunto "me puedo cortar el pelo ahora". La moza de turno me mira con mala cara como diciendo "aquí no cortamos el pelo, somos estilistas". Y es que no me acostumbro. Echo de menos el barbero bigotudo de barrio, donde te podías leer tranquilamente varios números de la Interviu -incluso recuerdo leer algún Caso-. Aquel andaluz de la calle Sanfeliu y los tres colegas del centro. Aquellos tíos con oficio y olor a colonia.

Ahora todo son locales blancos con muchos espejos y la cadena 100 a tope. Y te cortan el pelo unas lolailas todas llenas de piercings. Pero peor fue el día que entré en uno de esos pijos de verdad y me soplaron mas de 30 euros por 10 minutos. Y encima el cabrón se ponía a tararear el Canto del Loco.

La verdad, lo de cortarse el pelo es una de las actividades mas inutiles de la vida. Y además mirarte al espejo tanto tiempo es un suplicio peor que la gota malaya.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Delante de la parada de metro Badal, en la acera de enfrente y unos metros más arriba hay un barbero "de toda la vida"