jueves, 28 de febrero de 2008

oda a las cañas de madrid


Nunca he sido persona cervecera, uno de esos titanes que se plantan ocho cañas de una sentada sin perder el pulso, más bien a mitad de la segunda ya me tienes soplando mientras acaricio mi minipancha circular ethiopian-kid-style, y desde siempre que he sentido una gran envidia de todos ellos, bebedores de cerveza en grandes jarras, ponme otra manolo que estoy seco!, la caña de un trago, joder! y esas cosas conocidas por todos y que son tan de macho. A mi mejor me encuadras en la cofradía del cubata, vaso gordo si es posible, y oye, que no está mal el whitelabelcola, no me malentendáis, que yo soy muy fan, pero con el tema de la cerveza siempre había tenido como una espinita clavada, como si algo no anduviera bien dentro de mí, una vida social limitada por alguna enzima estropeada u otra anomalía médica fruto de recombinaciones genéticas desacertadas, tan desorientado estaba que incluso me plantee buscar consejo médico.

Por suerte las cosas cambiaron y el cielo se abrió la primera vez que visité madrid y sus santas tascas, lugares que os digo ahora deberíamos proteger como patrimonio nacional que son, no nos vaya a pasar como con el lince ibérico o las tablas de daimiel, así escuchadme lo que os voy a contar, porque ni berlin, ni en nueva york, ni en pakistan islamabad llegaréis a encontrar un sabor tan sin igual, pues la cerveza de madrid no tiene nada que ver con cualquier cosa que hayáis probado con anterioridad, las embotelladas son catering de aerolínea local si es que se puede llegar a comparar cosa tan dispar, las cañas de tu bar, las de tu festival favorito, no digamos del razzmatazz son mierda licuada y exageradamente carbonatada en comparación con las de la capital, y en voz alta y sin vergüenza grito que no es justo que las cosas sigan así, deberíamos tirarnos a la calle con las manos blancas, presentar un recurso de amparo ante el constitucional, muchas manos de camareros se deberían amputar, algunos sitios dinamitados (leease el post de hace dos días) y una titulación mínima requerida por el ministerio de sanidad, ya que está claro que no cualquiera es válido para servir cañas al personal, de esta forma, y hasta que todos nuestros vasos vuelvan a llenarse de cañas bien tiradas, ni muy liquidas ni muy densas, ni muy amargas ni muy insípidas, con el punto justo de espuma, no flaquearé en mi empeño, porque madrid no es la cibeles, ni el prado ni la capital del estado, madrid son sus cañas.

5 comentarios:

Gwen Stacy dijo...

¡Sí señor!
Es una vergüenza que a los bares de Barcelona no les de la gana ponerlas como es debido. Sólo es cuestión de ajustar la presión y la temperatura y tener menos de prisa al tirarla.
Voy a montar un partido político cuyo programa sólo tendrá tres puntos:
1- exterminio de las palomas en Barcelona.
2- obligatoriedad de aprender a servir cañas como las de Madrid.
3- acabar con el garrafón.

Anónimo dijo...

Propongo anexo a ese programa:
-Sexo fácil,seguro y gratuito
-Barça campeón
-Pisos gratis

Walkiria Desbocada dijo...

Adelante Gwen cuenta con mi voto, no al Garrafón!!!! Además lo mejor de Madrid aparte de esas cañitas tan bien tiradas es que siempre te las acompañan con un aperitivo!!!!!
Estupenda crónica de nuevo boyscout debes de llevar toda la semana con tú musa pegada como una lapa!!! Estás inspirado!!

Anónimo dijo...

Pues a mí las cervecitas de las 7 de la tarde en el FIB me sientan conjonudas. Que las sirvan como quieran.

A mí la historia esa de que te tiren al última gotilla no me acaba de gustar.

Víctor creo que solo cumplirás el primer punto.

Anónimo dijo...

En cualquier caso, si fuera tú me plantearía dedicarme a la literatura. Houllebecq también era informático. Me comprometo a comprarte tu primer libro publicado.