domingo, 27 de enero de 2008

Cosas que me han pasado estos diez últimos días

Martes 15. Salida de metro Diagonal. 20,30.
Subo las escaleras mecánicas detrás de un tipo con pintas dudosas. Al acabar el primer tramo de escaleras se gira, me para y me pregunta si va bien para ir a Bogatell. O a Marina. Tiene unos 40, parece rumano y tiene los ojos vidriosos, como si se le hubiera ido la mano con el tinto de la casa. Decido que no me va a robar y que voy a hacer la buena acción del día. “No, por aquí no vas bien. Vuelve al andén y sigue las indicaciones para ir a la línea azul, la coges, te bajas en Verdaguer…” “Para ir a Bogatell, ¿segura?...” “Sí, coges la amarilla, Bogatell está en la amarilla. Si quieres ir a Marina, coge la verde de nuevo, y en Catalunya te cambias a la roja”. “Muchas gracias, muchas gracias”, dice con una sonrisa, “tú, ¿marido?”. Ahí acaba mi buena acción “sí, tengo marido”, miento sin rubor. “Gracias”. Se va con una sonrisa. ¿Tan borde es la gente en esta ciudad?

Miércoles 16. Mi casa. 10,30.
Un técnico de telefónica viene a casa, el tercero. Me dice lo contrario de lo que me dijo el primero. Por hacer algo, cambia la roseta. El segundo técnico, de ADSL, cambió el router y el PTR. Sigo con cortes de ADSL y de voz.

Viernes 18. Salida de metro Vall Hebrón. 9,30.
El grupo de chicos negros, acompañados de uno blanco, que iba en el otro vagón y ha llamado mi atención, va delante de mí. Son seis o siete y casi todos llevan el mismo chándal azul. Al coger las escaleras mecánicas las pisan con fuerza, inseguros. Les adelanto. Entro en el edificio de consultas del hospital. Espero el ascensor. Llegan en tropel. Cogemos el mismo ascensor, y ellos también van a al sexta. Al blanco le suena el móvil. “Sí, ya estamos llegando”. De la selva de quién sabe qué miserable país (por sus miserables dirigentes) sub-sahariano a Vall Hebron.

Viernes 18. Travessera de Gràcia. 13,30.
Voy a entrar a la panadería y se me adelanta una vieja, que obviamente, va más lenta de lo que yo hubiera ido. Freno para dejarla entrar. Antes de franquear la puerta una paloma se caga en mi flequillo.

Sábado 19 (¿o domingo 20?). La 2 de apolo. 5,10.
Voy al baño. Hago cola. Al salir me paro en la barra a por una cerveza. Hago cola. Cuando me reúno con mis amigos están todos ¿preocupados? preguntándose dónde andaba.

Lunes 21. Mi casa. 10,00.
Viene el cuarto técnico de telefónica. Dice que el alargador no es adecuado, que el ADSL se colapsa (¿?). Por hacer algo, me cambia “el par”. Sigo con cortes de ADSL y voz, pero a estas alturas soy una experta en telefonía.

6 comentarios:

Rayuelo dijo...

Vaya Gwen cuanto tiempo. Donde andabas?

Yo como curiosidad he ido al Depo ayer y estaba lleno de tías de todos los pelajes.

cafeína dijo...

Jo no estava a l'apolo, però també em preocupava on paraves, tants dies sense saber de tu!

Walkiria Desbocada dijo...

Gwen qué cosas te suelen pasar en el metro y demás deberías escribir una tira de cuentos cortos o una novela entera porque material tienes de sobra. Y desde luego ¿cómo no nos íbamos a preocupar? El Apolo es terreno hostil y más si está tan lleno casi zona de guerra!Cualquiera sin una preparación de noches a conciencia se puede aventurar así a la ligera....

Anónimo dijo...

creo que el rumor de dónde está Andrea lo empecé yo, al contemplar al grupito te encontré a faltar, pregunté a alguien dónde estabas y ese alguien preguntó otro más y así... por cierto que este finde pasé por Llesp! quin poblet més macoooo!

Gwen Stacy dijo...

Gràcies! Encara que, maco maco, jo no diria que és... Jo li tinc molt carinyo i el veig amb bons ulls, però sempre he pensat que el meu avi matern (que no era de Llesp) tenia raó quan deia que semblava que hi havia passat l'aviació!

margarita la saxofonista dijo...

La veritat és que només vam passar per davant amb el cotxe, a un costat a dalt del turó unes casetes, a l'altra banda un estable amb vaques. Així que com que no vam parar queda pendent que ens facis una visita guiada.